
El colapso emocional no ocurre de repente. Se gesta en silencio, mientras seguimos cumpliendo, rindiendo y aparentando normalidad.
Antes de que llegue, el cuerpo y la mente lanzan tres señales invisibles: desconexión, hiperactividad compensatoria y disonancia emocional.
No son debilidad, son mensajes del sistema nervioso que avisan de que algo en la organización ha dejado de ser sostenible.
Detrás de cada profesional agotado hay una cultura que necesita revisión: estructuras que premian la sobreexigencia, liderazgos que confunden presión con motivación, y empresas que olvidan cuidar a quienes las sostienen.
En este artículo analizamos las tres fases del agotamiento emocional, cómo reconocerlas en diferentes tipos de empresa y qué estrategias aplicar antes de que llegue el colapso.
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